jueves, febrero 09, 2012

Dos grandes comedias del 2011

Anteriormente mencioné las mejores películas en lo que iba del 2011:  "Temple de Acero" y "Carancho". Después de eso vino un largo lapso sin grandes obras, no es un secreto que la cartelera peruana es pobrísima y languidece ante la furia asesina de los blockbusters norteamericanos. En fin, finalmente se pudieron ver unos cuantos estrenos más, salvando la dignidad de nuestra cartelera a último momento.

Hablaré de dos de estas películas, ambas comedias, o que al menos se podrían encasillar como tales. "Los Muppets" es, quizás, el mayor triunfo del cine familiar de la década, hay algo en su espíritu de musical, pero también de comedia de situaciones que la hacen entrañablemente familar. El mundo poblado de ingenuidad y dulzura no hace más que enrostrarnos lo  duro de la vida cotidiana: uno se dice a sí mismo en la sala  "¡qué bello sería ser un Muppet!". El viaje de reunión nos deja bien en claro algo "es inútil huir a tu esencia, a tu forma de ser", y eso lo sabe cada uno de los Muppets, desde Miss Piggy hasta Gonzo, pasando por el nuevo y entrañable Walter, su forma de ser, su identidad, nunca se perderá; y dentro de este mundo la nostalgia cumple un papel primordial. Los gags son muy buenos, siempre sin dejar de apelar a la ingenuidad marca de la casa, es hilarante ver a Jack Black maniatado durante buen rato. En alguna crítica mencionaron que esta película era también en cierta forma parte de la escuela de comedia que originó a la Nueva Comedia Americana, yo lo reafirmó, tanto por la nostalgia a un tiempo pasado como por las intensas referencias a la cultura popular, no en vano hay un desfile de artistas "devotos", desde la ñoña Selena Gómez hasta los grandes Neil Patrick Harris, Jim Parsons y Zach Galifianakis, y son los de mayor edad y ya consolidados en su carrera quienes saldan deuda con esa gran escuela que fue "Los Muppets". Palabras aparte para Jason Segel, quien interpreta al ingenuo y amable Gary, pero que tambien co-escribió el guión, nada más que decir para este "pedazo de actor", cómico y músico genial; en serio, no sé qué espera Hollywood para alzarle una estatua, creo que no exagero en decir que viene camino a ser el más grande cómico de su generación, y cada día lo demuestra con creces. En fin, el retrato de un mundo idílico y casi perfecto, sin resultar soso en ningún momento, el homenaje a una época, pero también al futuro que amenaza en su frialdad, pero que al salir de la sala esperamos sea más alegre, tenga con su propio musical y vista un traje verde y pequeño.




Con "Medianoche en París" Woody Allen vuelva a traernos una obra maestra. El recorrido del álter ego Gil, un Owen Wilson mejor que nunca, es una excusa para un homenaje sin remordimientos al pasado, a ese París de ensueño, a los grandes personajes que vivieron en esa época. Uno queda pasmado ante el desfile de personalidades, cada cual más atractiva, Hemingway (el mejor secundario), Dalí, los Fitzgerald..., en medio de este firmamento, la bellísima Adriana (Marion Cotillard y punto), quien le hace perder la cabeza al escritor, y a cada mortal que se cruce en su camino, no en vano se dice de ella que "eleva el concepto de groupie a arte". Pero este viaje fascinante no es gratuito y viene con reflexión, ¿cuán cierto es eso de que todo tiempo pasado fue mejor?, finalmente nos enteramos que es puro espíritu y anhelo por lo inalcanzable, como finalmente lo descubre Gil. De todas formas, para toda alma anacrónica siempre habrá una a la par, escuchando a Cole Porter en un gramófono.